
Rodrigo Duarte
Corresponsal en México
A casi seis meses de haber entregado la banda presidencial, el exmandatario mantiene un perfil bajo, permitiéndole a su sucesora afianzarse en el cargo. Sputnik consultó con un experto sobre cómo se compara el retiro de Andrés Manuel López Obrador con el de otros expresidentes contemporáneos.
A comienzos de marzo, durante un evento en el estado de Colima, la presidenta Claudia Sheinbaum habló a los asistentes sobre su mentor político y antecesor en el cargo, Andrés Manuel López Obrador.
“Él ahora está escribiendo un libro. Sí saben, ¿verdad? Está ahí en Palenque. Él siempre dijo que la política era pensamiento y acción y que había momentos para la acción y momentos para el pensamiento: (…) Ahora él se dedica principalmente al pensamiento, está escribiendo un libro sobre la grandeza cultural de México“, dijo.
Además, en su mitin del 9 de marzo en el Zócalo de la capital de México, que tenía como objetivo original anunciar la respuesta de su Administración a los aranceles de Donald Trump, la presidenta envió un saludo al fundador de Morena, recordando que se encontraba en su finca en el estado de Chiapas, mientras que poco tiempo antes tildó de “machistas” a los que sugerían que López Obrador era el mandatario en las sombras.
“Esta idea de que las mujeres no tenemos capacidad y que siempre tiene que haber un hombre atrás diciéndonos qué es lo que tenemos que hacer es parte de una cultura machista“, dijo la presidenta en una de sus conferencias de prensa matutina.
El mantenimiento de dicho ejercicio de comunicación social muestra la continuidad que desde campaña la mandataria prometió, aunque imprimiendo su propio estilo, recortando su extensión y dándole un perfil más tecnocrático que propagandístico.
“Voy a jubilarme y que quede claro, que se oiga bien: terminando mi mandato no vuelvo a participar en ninguna actividad pública política“, dijo López Obrador en sus meses finales de Gobierno.
Del exilio a la participación activa
La cuestión del rol de los expresidentes ha sido famosamente un tema espinoso en la historia política mexicana, en la cual abundan ejemplos de transiciones de poder que resultaron dificultosas.
En las últimas décadas, la costumbre más habitual de los ex jefes de Estado ha sido el autoexilio a países como España (Enrique Peña Nieto o Ricardo Salinas de Gortari) o EEUU (Ernesto Zedillo), en muchos casos como estrategia preventiva para mantenerse fuera de problemas judiciales e internas partidistas.
Otros expresidentes, como Vicente Fox o Felipe Calderón —ambos del PAN—, decidieron quedarse en el país (en el segundo caso brevemente también residió fuera de México tras dejar el poder) y mantener un perfil activo en política, aunque la influencia en sus partidos y su imagen entre la ciudadanía se diluyó rápidamente tras dejar el cargo.
“Hay una famosa frase, atribuida al exmandatario español Felipe González, de que los expresidentes son como los jarrones chinos: vistosos y valiosos, pero nadie sabe qué hacer con ellos, y entonces estorban. En la historia de México esto no ha sido así exactamente así la mayoría de las veces, con algunos de ellos siendo presidentes en las sombras [como el famoso caso de Plutarco Elías Calles, hasta que Lázaro Cárdenas lo exilió] o figuras profundamente desacreditadas, que ya ni tenían poder ni tampoco prestigio”, le dijo a Sputnik Matías Flaco, internacionalista especialista en México de la Universidad de Belgrano.
“La influencia de AMLO sigue muy viva”
El caso de López Obrador, argumenta, es bastante distinto, ya que se trata de alguien que decidió quedarse en México y, a la vez, mantener un perfil bajo, exhibiendo una deferencia ante su sucesora y dando cuenta de que su movimiento, como dijo alguna vez, es más fuerte que las personas que lo lideran.
“En ese sentido, López Obrador ha callado a sus críticos que le decían ‘mesías tropical’ y lo acusaban de ser un adicto a la adulación y a la cámara, demostrando que esas conjeturas eran producto de sus propios prejuicios“, dice.
Sin embargo, Flaco aclara que el hecho de que el exmandatario se haya retirado de la vida pública no significa que esté completamente alejado de la vida política o que no atienda las cuestiones internas del partido gobernante.
“Está claro que, teniendo a su hijo Andy [López Beltrán] como secretario de Organización de Morena, un puesto clave para decidir candidaturas, y alguien tan cercana como Luisa María Alcalde, su exsecretaria de Gobernación, como dirigente nacional, la influencia de AMLO sigue muy viva dentro de Morena, ya que se trata después de todo una formación que él mismo fundó alrededor de su figura y sus principios políticos humanistas”, afirma.
“Dos cosas pueden ser ciertas a la vez. AMLO cumplió su promesa y dejó el escenario a Sheinbaum, pero no significa que se haya retirado de la política. Sheinbaum es una presidenta muy popular que obtuvo en las urnas un respaldo histórico que sigue creciendo, pero esto no es contradictorio con que López Obrador siga siendo una figura muy influyente y muy querida dentro del partido y en la ciudadanía mexicana”, concluye.