“AMOR … ¡POR FAVOR!’”
“En resumen: nuestras propensiones afectivas impregnan y envenenan al entendimiento de incontables modos y, a menudo, de una manera imperceptible.” (Nuevos instrumentos de la ciencia, Francis Bacon)
DE AFECTO Y OTROS DESENCUENTROS.
La persona nace en sociedad y en ésta se desarrolla hasta que muere; razón por la cual, el contacto con terceros, hacer vínculos, mantenerlos y fortalecerlos resultan necesarios; sin embargo, establecer las bases adecuadas para una convivencia sana y positiva es un compromiso individual.
Conforme crecemos es natural que hablemos de amores, afectos y demás relaciones que en nuestra vida se presentan; hay etapas en que lo común es el noviazgo, otras los matrimonios o las relaciones de pareja, más tarde la separación y obviamente, el volver a intentarlo hasta lograrlo o bien, regresar a la espiral.
Usualmente, con cada relación cambiamos. Si éramos exigentes, nos volvemos más alivianados y viceversa, aunque una vez que iniciamos es posible que regresemos a nuestros viejos hábitos.
La vinculación que para muchos es fácil, nosotros podemos convertirla en difícil; demostrando a cada paso que es más práctico hablar de sentimientos que mostrarlos y más aún, entenderlos. Ni hablar de sentirlos.
No es comprensible que a veces haya alguien te diga: “hay que amar de manera adecuada”, ni mucho menos la expresión “darlo todo”. Con esto pareciera que el sentimiento está sujeto a un manual o instructivo con pasos y lineamientos bien definidos, que incluye una explicación de módulos a seguir y sus razones, junto con una valuación de entrega o porcentajes.
Realmente, me intriga pensar que el amor se vea comprometido a convencionalismos que limiten el sentir de cada uno.
Ni hablar de los consejos o charlas en reuniones al respecto, toda vez que todos tenemos conceptos distintos y estrategias o procesos disímbolos.
Si se trata de filosofar o comentar, bienvenidos los momentos de convivencia; pero, si se realiza con fines didácticos o poéticos, realmente asumo que todos carecemos de elementos para ello, en virtud de que somos distintos, en circunstancias diferentes y con prospectos o parejas con identidad propia.
La vida, tanto la nuestra como las de los demás es irrepetible, por lo que resulta válido escuchar opiniones y aplicar algunas según se presente la ocasión; no obstante, no veo la razón para aplicar experiencias ajenas en nuestra vida siendo que no hay una real identidad con ellas.
En este contexto, ¿qué tanto tomas las palabras de otros en tus relaciones humanas?
LA HISTORIA IDEAL.
El estereotipo de “chico conoce a chica, se gustan, vienen las complicaciones y se contentan y son felices” quizás sea útil para entretener en un espectáculo, película u obra de teatro, pero nunca como un parámetro de la vida.
Las novelas rosas son eso, obras literarias hechas para entretener a las personas, pero no son un referente de vida; encerrarse en ellas no es de personas maduras, aunque lastimosamente, para muchos sí y sea una constante tratar de aplicarlas.
¿Cuántas veces nos hemos sorprendido con amigos o conocidos que asumen características o vivencias de personajes o de otros?
Independientemente de lo ilógico que pueda resultar esto, realmente es una manifestación elocuente de que algo no está bien en ellos y, tarde o temprano, afectará a su salud.
Hay edades en que nos podemos dar el lujo o gusto de saber y disfrutar de historias fantásticas, con seres con habilidades o lugares inimaginables, que concluyen con un romance entre los buenos que usualmente son los protagonistas y los malos, en algún momento tendrán su merecido o reflexionarán sobre su actuar y en su arrepentimiento, tratarán de encausar las cosas de manera positiva.
Al ver esto en la sala de exhibición, tal trama podrá ser entretenido y seguramente nos encontraremos más de un par de ojos queriendo llorar, otros jubilosos con la victoria alcanzada y otros más, replicando las acciones más llamativas. Y bueno, habrá que congratularnos por los que la han disfrutado; sin embargo, resulta un tema de preocupación el hecho de que haya quien esto pretenda utilizarlo en su vida sin entender que las circunstancias son distintas y negándose a comprender que las circunstancias ficticias fueron creadas para llegar a ese resultado.
Esto que pudiera considerarse una apreciación fuera de lugar, resulta que no lo es tanto cuando platicamos con personas que han sido decepcionadas o afectadas por una relación. Al analizar los motivos con ellas, nos percatamos de que su error fue suponer acciones en su beneficio y no atender a la realidad que vivían.
Adicionalmente, por gusto atribuyen a sus exparejas calidades o cualidades que nunca tuvieron ni pretendían tener y una vez que se cansan de hacerlo, asumen la verdad y se dan cuenta de que estuvieron todo el tiempo con su ficción y no con la persona con quien de verdad compartían.
Dicen que “guerra avisada no mata gente”; sin embargo, pareciera que la regla al tratar personas con propósitos formales es obnubilar la mente con distorsiones generadas por nuestras ansías, necesidades, pretensiones, pasiones o bien, aspectos físicos.
De lo que hemos visto y vivido, desafortunadamente se ha convertido en regla que puedan llegar a fingir ser otros con el propósito de conseguir un objetivo; en consecuencia, no es que cambien, sino que únicamente ocultan sus formas de ser generando al tiempo decepciones que pueden llegar a producirnos conflictos muy serios.
Alguien alguna vez me comentó que no hay mejor definición para “enamoramiento” que dividir la palabra en tres para su mayor entendimiento: “en”, “amor”, “miento” y esto, sin duda alguna es verdad, durante esa etapa todos diseñamos ser alguien que no somos hasta que nos cansamos o nos distraemos; en ese momento, surge nuestro yo real con todas las consecuencias que puedan presentarse.
En fin, si la norma básica de convivencia es conocer a las personas con las que estamos en contacto … ¿cuál es la razón para olvidar esto al iniciar una relación personal?
CONSTRUYENDO CON BASES.
Una frase popular que no tiene desperdicio es la icónica “si quieres conocer a Andrés, vive con él un mes”.
Por más simpático o casual que suene el refrán, el mensaje es veraz y profundo.
Para edificar una torre hay que informarse y comprender las condiciones del suelo y del material a utilizar y las circunstancias de su entorno, logrando darle solidez y tamaño adecuado.
“Conocer” es un verbo tan importante porque su significado nos lleva a entender, advertir o saber de algo o de alguien y con su acción, vamos alimentando nuestro ser con la esencia ajena; a tal grado que con la comunicación podemos averiguar del ente en cuestión a través del ejercicio de nuestras facultades, sentimientos y demás cualidades y atributos que tengamos.
Una vez que nos allegamos de información y la analizamos, estamos en posibilidad de saber si es compatible o no con nosotros, por quien es, que quiere y a donde va; obviamente, partiendo de que sepamos lo mismo de nosotros.
Encontrar coincidencias y, sobre todo, metas comunes es lo que va a generar una empatía durable en la relación; en el entendido que cuando este acabe, no necesariamente desaparecerá el interés en la convivencia, ya que aún puede haber elementos que permitan un trato llevadero.
Esto aplica para las relaciones que tanto queremos y anhelamos en nuestras vidas: amor y amistad. Queda claro que, en ambas, siempre se requerirá la honestidad, el respeto, la dignidad y el trato equitativo. Contrariar esto puede llevarnos incluso a lastimarnos en aras de mantener algo que no es y que probablemente, nunca será.
La vida siempre nos presentará escenarios para experimentar y saber de nuestros alcances; aceptar los retos y sus resultados serán una forma de crecer y madurar constantemente.
Si bien los dramas que vemos como entretenimiento en los diversos medios de comunicación pueden tener títulos tales como “limosna de amor”, “pago por afecto”, “amigos por conveniencia”, en la realidad, distan mucho de ser relaciones sanas.
A nada nos llevará algo que crece en la mentira o distorsionado de la realidad.
Quien desea algo en su vida que la haga crecer como profesional o persona, debe partir de ser quien es, con sus virtudes y errores, pudiendo en ambos casos fortalecerlos hasta donde así lo estime pertinente. Es seguro que, con ello, podrá conocer a personas con objetivos similares y con ello, lograr empatías que edifiquen relaciones sanas.
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