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“¡DE ACTITUDES HEROICAS A SIMPLES SERES HUMANOS!’”

 

“¡Quien se arrodilla ante el hecho consumado es incapaz de enfrentar el porvenir!” (León Trotski)

 

LO QUE APRENDÍ.

De pequeño no había mejor momento que aquel en que escapaba de mi realidad para invocar a mi imaginación y escuchar o mirar historias fantásticas de superhéroes, villanos, monstruos, personajes inverosímiles y aventuras a cántaros, que motivaran mis risas y desvanecieran mis lágrimas, únicamente hasta que la decisión heroica que se tomara nos llevará un momento de aflicción que luego fuera superada por la actitud estoica y bravía que se exhibiera para enfrentar el mal.

Lo que poco a poco se convertía en un problema asfixiante, prácticamente imposible de resolver, en las últimas hojas o escenas cambiaba hasta llegar al resultado que tanta alegría nos daba.

Ya fuera con capas, botas, vestimentas o antifaces, lo cierto es que nos veíamos como ese ser protagónico y poderoso que tenía mil y una dificultades, pero era tan apto para tener una respuesta para vencer la adversidad.

Es cierto, quizás no teníamos las habilidades, pero el arrojo y las ganas por defender las causas nobles y justas hacían que agudizáramos todos nuestros sentidos; ni hablar cuando se trataba de inteligencia, siempre encontramos para vivir una y otra vez nuestras fantasías y disfrutarlas al máximo.

Conforme crecemos, vamos retirando la máscara, el traje y así seguimos hasta llegar al ser humano de carne, hueso y talento. Es grato reconocerlo y admirarlo por quien es. A veces pueden ser nuestros, maestros, superiores o amigos. Con ello, si antes nuestra fijación era en los superpoderes y sus vestimentas, hoy sólo los apreciamos por sus actitudes y acciones.

Quien fuera nuestro héroe imaginario hoy se vuelve un ser real, tan parecido a nosotros, pero diferente; de hecho, esa diferencia nos hace valorarlo más y la captamos de tal manera, que a futuro la tendremos en nuestra esencia.

Alguna vez preguntaron a Roberto Gómez Bolaños “Chespirito” a que superhéroe prefería, citándole a Superman, Batman, entre otros. El respondió que prefería al Chapulín Colorado porque era un humano con miedos y sin superpoderes, pero con la voluntad de superar las adversidades y ayudar a quien lo necesitara.

Y su respuesta aún está vigente en mi memoria, quizás no necesitamos superhéroes sino personas de buena fe y voluntad que sumen y procuren por las necesidades de la gente.

En ese sentido, que grato es mirar a los padres y a las madres dar lo mejor de sí para llevar alimento y crear condiciones favorables para sus hijos, observar a empresarios que generan riqueza para sí y sus trabajadores en un entorno laboral confiable, saludable y con expectativas de crecimiento y que decir de éstos, que asumen su compromiso de dar lo mejor de sí para alcanzar las metas establecidas en el centro laboral.

Ante este tipo de personas no bastan los aplausos para agradecer su esfuerzo y ejemplo.

Este es el mundo en el que muchos crecimos y quedo arraigado en nuestro ser; razón por la cual, muchos lo llevamos en nuestra sangre.
Por humildad, es difícil aceptar quienes somos; sin embargo, la reflexión es válida: ¿eres el héroe que tu vida amerita?

 

LO QUE LLAMA MI ATENCIÓN.

 

En un mundo tan hermoso que ha sido sorprendido por la contradicción, la extravagancia y la locura, resulta que lo ordinario es cada vez más extraordinario.

Si antes vivir conforme a los valores era lo normal; actualmente, denostar a los demás, faltar al respeto, atentar contra las buenas costumbres y las garantías básicas es lo popular.

Basta escuchar una canción para percatarse como la vulgaridad, arritmia y ausencia de contenido son aplaudidas y aclamadas por sectores crecientes de la sociedad y ni hablar de los bailes, el pudor se esfumo con el tatareo del público.

Ni hablar de que cada vez resulta más extravagante comprometerse a ser una persona de bien y como consecuencia de ello, generar riqueza producto del trabajo y el esfuerzo. Dicho compromiso escapa de la moda de extender la mano y recibir un estímulo económico denominado “apoyo social” – sin juzgar sobre su legitimidad o necesidad -.

Es curioso, pero ya hay tantas formas de recibir beneficios gubernamentales que se ha convertido en tendencia publicar frecuentemente un programa en los medios oficiales. Pensar que lo usual hasta hace unos años, eran las primeras páginas donde anunciar sobre proyectos de inversión exitosos o sus logros.

Pareciera que tanto el empresario que actuaba de acuerdo con las leyes y el emprendedor que se arriesgaba a concretar sus sueños han pasado a ser una especie en extinción; no obstante, lo que irrumpe cada vez más son aquellos que participan en la economía informal y las actividades que realizan en contra del bienestar social.

En cuanto a los servidores públicos, éstos lejos de servir al pueblo y justificar con acciones su existencia, cada vez se sirven más a ellos y entre ellos; dejando en ulterior lugar a quien los eligió.

De hecho, resulta que las únicas acciones que esperamos de éstos, son las que adquieren en las bolsas de valores o que busquen explicaciones a su enriquecimiento, dejando sus actuaciones en beneficio de la comunidad como un mero lema de campaña.

En momentos en que la experiencia se ha vuelto un artículo ornamental, la educación un requisito innecesario, la calidad moral un producto caduco y la exigencia personal un hábito que daña a la salud; no hay cabida para la famosa cultura de la superación con honestidad y esfuerzo en la que durante décadas nos preparamos y con la cual fuimos instruidos para alcanzar nuestras metas.

En este contexto, por más burda que sea la realidad, es más fuerte la visión de normalidad que impera en la sociedad y lo que antes conocíamos como civismo ha pasado a ser parte del cinismo latente, lastimosamente, cada vez más aceptado.

Tanto que combatimos durante años la frase “el que no tranza no avanza”, sólo para descubrir que es parte del decálogo de la actualidad.

Es curioso pero las personalidades que antes eran de interés para la sociedad, han sido opacadas por versiones más cercanas a los villanos o incluso, antihéroes que combatieron y para sorpresa, hoy son más representativos.

Lo hasta aquí expuesto … ¿acaso es una visión errónea?

 

LO QUE NOS TOCA HACER.

 

Alguna vez señaló León Trotski: “Quien se arrodilla ante el hecho consumado es incapaz de enfrentar el porvenir”; razón por la cual, no tenemos motivos para rendirnos y, por más difícil que sea, pensar que por más oscura que sea la noche, siempre habrá luz en la madrugada.

En muchos textos motivacionales siempre mencionan que “pensar positivo, planear con certeza y actuar con ahínco son las acciones que se requieren para cambiar lo negativo” y, si bien, pueden existir palabras más adecuadas o inspiradoras, éstas son suficientes para alcanzar una mejora.

Es claro entender que no podemos cambiar la situación del mundo ni mucho menos a las personas que ahí habitan; sin embargo, en nuestras manos está mantenernos de la manera que somos, sin renunciar a nuestros principios y valores, ni desconocer nuestra formación o conocimientos.

En alguna ocasión escuché a una persona declinar por una posición que a todas luces era envidiable por todos, cuando tuve oportunidad, acudí a él y pregunté la razón de su decisión, él me dijo con tranquilidad “mira, hoy tengo amigos, familiares y una forma de vivir digna; la posición que me ofrecen me llevaría a tener enemigos, descuidar a quienes amo y cuestionar la manera en que pasarían mis días … ¿realmente crees que haya un cargo que lo valga?”.

En ese instante lo escuché y agradecí su respuesta para más tarde reflexionar sobre lo ocurrido y me di cuenta de que realmente no hay nada que valga el renunciar a quienes somos y lo que amamos. Con el tiempo vi a otras personas que asumieron un puesto similar y, lamentablemente, alteraron sus prioridades.

Seguramente habrá quien diga que “todo en esta vida tiene un precio” y tendrá razón; no obstante, pretender que esto sea sólo económico o material, puede llegar a ser ridículo.

En fin, si hay algo de reconocer en una persona es su congruencia. Si a ésta le aunamos dignidad, valores, virtudes y trabajo, estaremos ante una persona ejemplar, que será luz y punto de atención para otras y, si es generosa con su tiempo y cualidades, estar con ella será una bendición.

Si bien es linda la figura del héroe con la que crecimos y, por demás, pretender la imagen de superhéroes como una fantasía que todos anhelamos, hoy necesitamos faros humanos ante las circunstancias penumbrosas … ¿ESTÁS DISPUESTO A ILUMINARME?

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