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Economía de guerra y guerra económica

Por Cnel My (R) Gabriel Camilli

Ucrania está bajo una enorme presión. Mientras Rusia ha atravesado la primera línea de defensa cerca de Pokrovsk, Ucrania necesita urgentemente nuevos soldados.

Pero, ¿podrá el presidente Volodymyr Zelensky -como anunció- movilizar 160.000 soldados más?
LA SITUACIÓN EN EL FRENTE ALREDEDOR DE POKROVSK Ucrania ha construido tres líneas de defensa en los últimos años. “En estas líneas defensivas hay combates”, afirma Reisner. “La primera línea ya ha sido rota. Los rusos están en la segunda línea y están tratando de pasar a la tercera línea”, agregó. Esto en el campo de batalla.
Pero, como venimos señalando la guerra en Ucrania se libra en otros frentes, no militares y en sintonía con nuestro reciente artículo publicado: ‘La guerra sin restricciones: ¿las sanciones a Rusia están funcionando?’ del 20 de octubre de este año.

Consideramos que, desde nuestra perspectiva, Rusia ha compensado las sanciones y los problemas impuestos por el asedio financiero, industrial y comercial de Occidente. Un hecho que en el contexto del nuevo mundo diseñado por la guerra de Ucrania nos invita a reflexionar sobre un tema: la economía de guerra no es lo mismo que la guerra económica.

Mientras que la guerra económica es el uso, tanto en un contexto explícito como en una situación de paz, de las finanzas, la industria y las empresas estratégicas como fuerza impulsora para ejercer presión sobre un país hostil (Guerra sin restricciones), la economía de guerra se refiere a la asignación de recursos y la gestión del suministro dentro de un sistema involucrado en un escenario de conflicto.

HISTORIA MILITAR
La historia militar nos enseña con un ejemplo relacionado con la Segunda Guerra Mundial, la economía de guerra fue la racionalización de la producción impuesta por el gobierno de Winston Churchill para diseñar la producción aeronáutica en el momento de la Batalla de Inglaterra; la guerra económica fue la campaña de bombardeos contra Alemania destinada a golpear a la fuerza laboral y a los sectores industriales de componentes (sobre todo rodamientos) del Reich.
Otro ejemplo, la decisión de Stalin de trasladar buena parte de la capacidad industrial soviética más allá de los Urales, en 1941 ante la invasión alemana, fue una economía de guerra; fue una guerra económica la que llevó al Ejército Rojo a quemar Majkop y los yacimientos petrolíferos del Cáucaso, al año siguiente, para no dejarlos caer en manos alemanas.
Frente al retorno de la economía de guerra en Europa, el Covid fue, por así decirlo, el ensayo general. Ucrania es la versión amplificada del drama. Con su comparación “armas como vacunas”, quizás la presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen, haya consolidado sin darse cuenta esta interpretación.

ECONOMIA DE GUERRA
Hablar de economía de guerra es entender el estado de conflicto en el que se encuentra Europa, y el llamado Occidente (opulento y atlantista), con Rusia, y del hecho de que impone políticas dignas de la guerra irrestricta. De este modo planificar una campaña implica racionalizar las fuerzas productivas en los sectores en los que se cree que el adversario puede explotar vulnerabilidades y, por tanto, realizar acciones de guerra económica contra el tejido productivo nacional ruso.

En el pasado reciente esos sectores fueron la energía, la cibernética, las tecnologías críticas y la infraestructura las que se examinaron detenidamente. Hoy, la OTAN habla de pasar a la segunda fase de la planificación de la economía de guerra, la de movilizar el sistema productivo funcional al rearme estratégico.
Según diversos analistas, la economía de guerra para la que Europa se prepara tendrá que ser evaluada bajo una serie de parámetros en los que habrá que considerar la resiliencia del sistema productivo europeo, la seguridad de las fuentes de suministro y las estrategias de gestión del enfrentamiento con rivales como Rusia, así como también con el “estado del arte” dictado por aliados como Estados Unidos.

En la Guerra Europea actual, se han identificado algunos parámetros a considerar:
A- Movilización: el primer nivel en el que se debe evaluar una economía de guerra es el de la movilización sectorial de todas las energías disponibles. Para Europa, en el ámbito energético se ha hecho evidente esta movilización de la economía de guerra con la carrera por sustituir el gas ruso. La economía de guerra también promueve políticas de aceleración tecnológica en el futuro.

B- El “keynesianismo militar”: los datos del PIB muestran que en Rusia está en pleno apogeo un verdadero ejemplo de “keynesianismo militar”, el tercer factor clave para una economía de guerra. Asimismo, en Europa y los Estados Unidos la aceleración de las inversiones en defensa sin duda existe y la amenaza rusa brinda las justificaciones. Además de la autodefensa, el gasto militar tiende a inflarse en un contexto de economía de guerra porque la emergencia exige el rearme y esto moviliza una gran cantidad de fondos públicos.

El presupuesto de defensa de un gobierno, según una aplicación acelerada de los dictados de John Maynard Keynes, estabiliza el ciclo económico al expandir significativamente la demanda pública. Esto también se aplica, en la situación actual, a los sectores intensivos en energía y tecnología. En otras palabras, la inversión militar también ayuda a generar PIB. Y esto puede, en el corto plazo, justificar el gasto militar con crecimiento económico. Una economía movilizada impone una planificación gubernamental cada vez mayor. Para muchos países, el Covid ha sido un campo de entrenamiento.

FACTORES CRITICOS
Hay dos factores críticos sobre los cuales debe ponerse a prueba la capacidad de Europa para llevar su movilización al nivel anterior a la guerra.

Es decir, aquellos que marcan la diferencia para hacer estratégicamente sostenible una reconversión económica de esta magnitud.
1) La economía de guerra entre sacrificios e inflación: por un lado, está la voluntad de sacrificio o, más bien, la constatación de un principio: la economía de guerra cuesta dinero. Este ejemplo lo demuestra el aumento de los precios de servicios aparentemente garantizados.

Europa aceptó durante estos dos años sufrir daños mayores que los de los Estados Unidos y ver intensificarse sus dificultades económicas para perseguir el objetivo de doblegar a Rusia con sanciones, mientras los precios de la energía se han disparado.
2) Tenemos a la inflación como compañera estructural de un sistema movilizado en la economía, de hecho, “por la guerra”.

La inflación energética y la inflación debida a la codicia, es decir, a los beneficios extraordinarios (financieros, farmacéuticos y energéticos ante todo), ya han contribuido a crear importantes tensiones sociales en Occidente desde la pandemia. ¿Está Europa preparada para la inflación de la movilización bélica? Y, en términos más generales, ¿está la gente dispuesta a realizar una transformación tan radical?.

Las élites dominantes apuestan por ello. Aún está por verse la capacidad de permanencia del sistema. Y la pregunta clave es: ¿en nombre de qué visión del mundo se moviliza la población? Según analistas serios y responsables, sin claridad sobre esta cuestión, Europa seguirá siendo el objeto, y no el sujeto, de la dinámica internacional.

ENSEÑANZAS PARA ESTAS PAMPAS…
La Ley N° 23.554 de Defensa Nacional, sancionada y promulgada en abril de 1988, en su TITULO I, dice: “Artículo 1° – La presente Ley establece las bases jurídicas, orgánicas y funcionales fundamentales para la preparación, ejecución y control de la defensa nacional. Art. 2° – La Defensa Nacional es la integración y la acción coordinada de todas las fuerzas de la Nación para la solución de aquellos conflictos que requieran el empleo de las Fuerzas Armadas, en forma disuasiva o efectiva, para enfrentar las agresiones de origen externo.
Tiene por finalidad garantizar de modo permanente la soberanía e independencia de la Nación Argentina, su integridad territorial y capacidad de autodeterminación; proteger la vida y la libertad de sus habitantes.
Art. 3° – La Defensa Nacional se concreta en un conjunto de planes y acciones tendientes a prevenir o superar los conflictos que esas agresiones generen, tanto en tiempo de paz como de guerra, conducir todos los aspectos de la vida de la Nación durante el hecho bélico, así como consolidar la paz, concluida la contienda”.

Se nos impone pues “pensar la defensa nacional”, aprender de la enseñanzas indirectas que nos ofrecen la actual y apremiante situación internacional.
Es necesario tener las previsiones para la reorganización de la industria y producción del país para adaptarse a las necesidades de un conflicto bélico.

Esto implica planificar para que, llegado el caso, podamos ajustar la producción para maximizar la capacidad de distribución y, de este modo, contribuir al esfuerzo bélico.
Por si alguien pensara que esto es una fantasía, dato mata relato, dicen…“52 mil millones de dólares en flujos de caja al año: estos son los ingresos esperados para 2026 por las quince principales empresas de defensa a nivel mundial, un valor que duplica el resultado de 2021.

Estas son las conclusiones de Vertical Research Partners, una empresa de análisis dedicada a estudios del mundo empresarial e industrial, que han demostrado la salud financiera y productiva del sistema de defensa global. La investigación de Vrp, encargada por el Financial Times, muestra la salud financiera e industrial del sistema y, sobre todo, el hecho de que las operaciones subyacentes al rearme están destinadas a entrar en pleno apogeo”.

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