Si bien existen serios problemas de sostenibilidad económica, energética y ambiental para el modelo de desarrollo de la inteligencia artificial, ésta se está convirtiendo en un elemento clave de la competencia global por la hegemonía, incluidas sus aplicaciones disruptivas en el ámbito militar.
En un artículo del 15 de enero de 2025, se advertía que “Biden impulsa la inteligencia artificial pese a las advertencias del Departamento de Energía”. Justo antes de la orden ejecutiva del Presidente, su propia administración hizo sonar la alarma sobre el consumo de energía, el uso de agua y las emisiones de los centros de datos.
El uso de la IA, no es inofensivo. Tiene consecuencias… anote…
El creciente uso de IA en conflictos en gran parte del mundo confirma hasta qué punto las fuerzas armadas de muchos países están interesadas en los desarrollos militares de esta tecnología, aun cuando puedan tener consecuencias difíciles de predecir y graves implicaciones éticas.
El resultado es una carrera multimillonaria por las armas inteligentes, que está absorbiendo a los gigantes de Silicon Valley junto con industrias de muchos otros países alrededor del planeta.
El conflicto ucraniano, que se ha denominado “un laboratorio de guerra de IA”, ha visto la aplicación progresiva del conocimiento civil sobre IA al ámbito militar, una esfera que actualmente no está regulada.
PALANTIR
Empresas privadas estadounidenses como Palantir y ClearviewAI se han convertido en actores clave en el campo de batalla, proporcionando análisis de datos para ataques con drones y operaciones de vigilancia y reconocimiento.
Durante más de una década, Palantir ha recibido lucrativos contratos del Pentágono, el Departamento de Seguridad Nacional y el FBI, al tiempo que desarrollaba un negocio internacional.
La empresa, fundada por Peter Thiel , Stephen Cohen, Joe Lonsdale y Alex Karp en 2003, ha probado su Plataforma de Inteligencia Artificial (un sistema de inteligencia y toma de decisiones que puede analizar objetivos enemigos y proponer planes de batalla) en el teatro de guerra ucraniano. Este sistema ayuda a decidir donde atacar, con que y cuando.
Otras tecnologías de Palantir incluyen la aplicación de IA a la “vigilancia predictiva” (el proceso de identificar a individuos que pueden estar involucrados en actividades delictivas o lugares donde tales actividades pueden ocurrir) y a la vigilancia.
Varias instituciones gubernamentales ucranianas, incluido el Ministerio de Defensa, el Ministerio de Economía y el Ministerio de Educación, utilizan los productos de la empresa.
El software de Palantir, que utiliza inteligencia artificial para analizar imágenes satelitales, datos de código abierto, videos de drones e informes de campo para recomendar opciones militares a los líderes militares, es responsable de gran parte de los objetivos, según su cofundador Alex Karp.
EL INFIERNO DE GAZA
En su operación militar en Gaza, Israel ha hecho un uso extensivo de al menos dos sistemas basados en inteligencia artificial.
Ejemplos:
El Evangelio (realmente el nombre es sugestivo…), procesa millones de puntos de datos para identificar rápidamente edificios y otras estructuras desde las que podrían operar militantes palestinos, convirtiéndolos así en objetivos a destruir.
El segundo, llamado Lavender, identifica en cambio a presuntos miembros del ala militar de Hamás y de la Yihad Islámica, procesando también en este caso una infinidad de datos que van desde interceptaciones telefónicas hasta pertenencias a grupos de WhatsApp.
El programa elabora entonces una clasificación de probables miembros, que va del 1 al 100. Los individuos que están en lo más alto de esta clasificación son monitoreados por un sistema llamado ¿Dónde está papá?, que envía una señal cuando el sospechoso regresa a casa, donde él (y su familia) pueden ser bombardeados.
OTRAS APLICACIONES
Como se puede ver, las aplicaciones militares de la IA son extremadamente variadas y abarcan desde los llamados Sistemas de Armas Autónomas Letales (LAWS) hasta la ciberseguridad y la toma de decisiones estratégicas.
La IA tiene el potencial de cambiar todos los aspectos de la guerra, desde los sistemas de armas hasta las cadenas de suministro, las estrategias militares, la gestión del campo de batalla, los protocolos de entrenamiento, la gestión de datos y las operaciones de vigilancia y monitoreo.
Por un lado, la inteligencia artificial es capaz de mejorar enormemente la eficiencia militar y el proceso de definición y destrucción de objetivos –y, por tanto, la letalidad de la guerra–, pero, por otro, puede determinar errores fatales resultantes del mal funcionamiento del software que la gobierna.
La falta de un marco de gobernanza internacional para la IA militar plantea riesgos para la seguridad global. ¿Quién trabaja para establecer estándares globales y garantizar el uso responsable de la IA en la guerra? Esta brecha deja sin control una poderosa categoría tecnológica, lo que aumenta los riesgos para la paz y la seguridad internacionales, aumenta la proliferación de armas y cuestiona el derecho internacional.
Los gobiernos de todo el mundo están compitiendo por el liderazgo en tecnologías emergentes y disruptivas (EDT) y lidiando con las implicaciones profundas y transformadoras de la IA.
Mientras tanto, los actores tecnológicos corporativos se han sumado a una carrera armamentista de miles de millones de dólares en inteligencia artificial generativa, compitiendo por inversiones de capital de riesgo en modelos básicos.
En la batalla por la supremacía económica y la competencia por las normas éticas, el equilibrio de poder global es precario y hay mucho en juego. No lo decimos nosotros, lo compartimos con nuestros lectores.
SOMBRIA ADVERTENCIA
Jake Sullivan -a tres días de asumir el cargo de asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca y con amplio acceso a los secretos del mundo- nos dio una advertencia escalofriante y catastrofista. “Los próximos años determinarán si la inteligencia artificial conduce a una catástrofe y si China o Estados Unidos prevalecerán en la carrera armamentista de la IA”.
Sullivan destacó en la entrevista que, a diferencia de los dramáticos avances tecnológicos anteriores (las armas atómicas, el espacio, Internet), el desarrollo de la IA se encuentra fuera de las autorizaciones gubernamentales y de seguridad, y en manos de empresas privadas con el poder de los estados-nación, escriben Jim VandeHei y Mike Allen en una columna.
Sullivan habló con una urgencia y franqueza que rara vez se escucharon durante su más de una década de vida pública.
De alguna manera, el gobierno tendrá que unir fuerzas con estas empresas para nutrir y proteger la temprana ventaja de la inteligencia artificial de Estados Unidos, y dar forma a las reglas globales para usar poderes potencialmente divinos, afirma.
Si Estados Unidos no logra hacerlo bien, esto podría ser “dramáticamente negativo, e incluir la democratización de armas extremadamente poderosas y letales, una disrupción y dislocación masiva de puestos de trabajo y una avalancha de desinformación”.
Mantenerse a la vanguardia en la carrera armamentística de la IA hace que el Proyecto Manhattan durante la Segunda Guerra Mundial parezca insignificante y los debates convencionales sobre seguridad nacional, insignificantes. Es potencialmente existencial y tiene implicaciones para todas las naciones y empresas.
LA ARGENTINA
El Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) establece un marco legal favorable que ofrece múltiples beneficios impositivos, aduaneros y cambiarios, atrayendo inversiones extranjeras significativas. Además, la disponibilidad de energía (barata) gracias a los recursos de gas en Vaca Muerta, la disponibilidad de climas fríos (estos sistemas necesitan frio) y la infraestructura de conectividad proporcionada por ARSAT, colocan a La Argentina en una posición ventajosa para albergar Data Centers con una alta demanda de computación y almacenamiento. Todas las plataformas de IA requieren servidores con múltiples GPUs para funcionar, al igual que la minería de criptomonedas (¿vamos uniendo cabos?).
Estas plataformas necesitan: conectividad con gran ancho de banda internacional y nacional, gran cantidad de energía eléctrica para alimentar y refrigerar las GPUs.
El lector se preguntará si esto beneficiará a nuestro país. Nos responden algunos especialistas: “Como los servicios serán para el exterior, por lo que vemos será un aporte cercano al 0%, lo único que podemos observar es que generará, en la primera etapa, aporte para construcción civil de los data center. En cuanto a un aporte de trabajo genuino, será muy bajo ya que estos data center no requieren de una gran dotación en el lugar, el monitoreo y maniobras se hacen casi 100% remoto desde cualquier punto del mundo”.
El estado nacional debería regular este tipo de actividades y recursos para que redunden en beneficio de nuestra soberanía, de nuestros intereses nacionales y no en que queden en el bolsillo de algunos picaros. Como tantas veces ha ocurrido en nuestra historia…