Millones de surcoreanos han acudido este martes a las urnas para elegir un nuevo presidente en una elección anticipada provocada por la destitución de Yoon Suk-yeol tras su breve imposición de la ley marcial en diciembre pasado.

En la carrera electoral compiten cinco candidatos: Kim Moon-soo, del conservador Partido del Poder Popular y exministro de Trabajo bajo la Administración de Yoon; Lee Jun-seok, del Nuevo Partido Reformista; Kwon Young-guk, del Partido Democrático Laborista; Song Jin-ho, candidato independiente; y Lee Jae-myung, del liberal Partido Demócrata, que es considerado el favorito en estas presidenciales.

La agencia surcoreana Yonhap informó que los resultados de las encuestas realizadas antes de la suspensión de todos los sondeos nacionales señalaron que Lee aventajaba con unos 10 puntos porcentuales a Kim. Además, según mostraron este martes varios sondeos a pie de urna, Lee obtendría alrededor del 50 % de los votos, con al menos 7,5 puntos porcentuales de ventaja sobre Kim.

¿Qué promete?

En su compaña electoral, Lee Jae-myung, que fue gobernador de la provincia de Gyeonggi y alcalde de la ciudad de Seongnam, prometió acabar con las «fuerzas insurrectas» lideradas por Yoon Suk-yeol tras su destitución.

Tanto el candidato liberal como su rival conservador enfocaron su campaña en el crecimiento económico del país, enfatizando el fomento de la industria de la inteligencia artificial. Además, ambos candidatos coinciden en la necesidad de revisar la Constitución para sustituir el actual mandato presidencial único de cinco años por un sistema de cuatro años y dos mandatos.

En el ámbito de la seguridad, Lee se ha comprometido a implementar una diplomacia «pragmática» ante las transformaciones del orden global y, principalmente, en la política externa surcoreana hacia Rusia y China. Una línea diferente a la de Kim, que ha subrayado la importancia de la disuasión frente a las supuestas amenazas nucleares provenientes de la República Popular Democrática de Corea.

«Debemos dar prioridad al interés nacional y evitar implicarnos demasiado en el conflicto entre China y Taiwán», declaró Lee durante un debate a mediados de mayo. «La idea es respetar el ‘statu quo’ y mantener una distancia adecuada», agregó.

En ese entonces, Lee también reafirmó la importancia de los lazos entre Seúl y Washington, sin embargo, expresó que la diplomacia con otras grandes potencias, como Pekín y Moscú, debía manejarse con prudencia, reiterando su mensaje sobre el «pragmatismo» y el «interés nacional». «Está claro que la alianza entre Corea del Sur y Estados Unidos debe seguir siendo la base de nuestra diplomacia y nuestra seguridad, y que debe reforzarse aún más», expresó. «Pero no debemos ir a por todas y poner todos los huevos en la misma cesta», añadió.

Lee insistió en que Seúl no puede apostar todo a los vínculos con Tokio y Washington. «Nuestras relaciones con China y Rusia también son importantes, por lo que debemos gestionarlas bien. […] No hay necesidad de excluir por completo ni de establecer relaciones hostiles con China y Rusia. La diplomacia siempre debe centrarse en los intereses nacionales», agregó, subrayando que, como la diplomacia es «un tema delicado», uno debe abordarlo «de forma fluida, práctica y realista». En la misma línea, indicó que tiene planes para mejorar las relaciones con Pionyang con el fin de aliviar las tensiones y crear un ambiente de paz en la península.

Lee Jae-myung ganó notoriedad por sus fuertes críticas hacia la clase dirigente conservadora del país y sus llamamientos a una Corea del Sur más firme en política exterior. Esta postura le ha permitido proyectarse como un líder potencialmente capaz de implementar reformas profundas y combatir la corrupción y la desigualdad económica que predominan en el país. Sin embargo, quienes lo critican lo consideran un populista arriesgado que se fundamenta en la polarización política y que tiende a retractarse de sus compromisos con facilidad.