El retorno del neoliberalismo desde 2017 ha llevado al país a un umbral de destrucción en menos de una década. Un modelo que devora la democracia, sus instituciones, el tejido social y comunitario, la producción, los cuidados, la naturaleza, que no puede permanecer si no es a expensas de la vida en todas sus formas.
Esto es lo que sufre hoy nuestro Ecuador herido. Afrontamos una realidad degradada en todas sus dimensiones como resultado de la acción de tres gobiernos autoritarios y extorsionadores.
Se han reinstaurado viejas formas oligárquicas del poder para impulsar una temeraria agenda: la adopción de una forzada figura de guerra interna y terrorismo, la militarización, la línea de destrucción radical de lo público y la democracia, el sometimiento a estrategias imperialistas, las políticas de crueldad y el desprecio por la vida.
Así también, mientras la lógica especulativa asegura ganancias extraordinarias a la banca, la recesión azota a las actividades productivas, comerciales y de servicios, especialmente las pequeñas y autónomas, empujadas a la quiebra.
Niveles de caos intencional dan paso al saqueo, a la privatización de recursos públicos que habían sido recuperados como patrimonio del pueblo, como base para la redistribución y atenciónde necesidades y derechos fundamentales.
El deterioro en las condiciones de vida es abrumador: desempleo, subempleo y precarización laboral, recorte y deterioro de servicios básicos, migración forzosa, alto endeudamiento familiar y esfuerzos extraordinarios, especialmente de las mujeres, para sostener la vida en el día a día.
Todo esto agravado por una crisis eléctrica provocada por la irresponsabilidad del gobierno, que ha significado apagones de hasta 14 horasdiarias durante meses.
Vivimos en un ambiente de miedo, odio y mentiras, sostenido y amplificado por medios
de comunicación que han pasado a ser parte de esas alianzas perversas.
Un pueblo agobiado ante la escalada de violencia e inseguridad se ve reflejado en el atroz destino de los Cuatro Niños Mártires de Las Malvinas, imagen del destino de la Patria toda de seguir por esta malhadada senda.
La soberanía de nuestro país vuelve a ser lesionada por este gobierno de oprobio, alineado en las estrategias estadounidenses que buscan el control directo de territorios y riquezas naturales en función de sus intereses. La virtual ocupación de las Islas Galápagos muestra el sentido y alcances de semejantes políticas.
Enfrentamos estos momentos cruciales con el desafío de encontrar salidas inmediatas y radicales. Es preciso vencer el miedo provocado por el acoso y la persecución a personas, organizaciones y proyectos políticos.
Es necesario recuperar y poner en perspectiva el acervo y la experiencia de procesos transformadores, recoger herramientas probadas en nuestra historia próxima y en la más larga.
Es imperativo aprender, una vez más, de la resistencia y dignidad que despliegan mujeres y hombres del pueblo, día a día, para sostener la vida, para mantener el sentido de Patria.
Contamos con el potencial de un consenso político y social plasmado en la Constitución de 2008, que esboza un proyecto de país a la altura de los desafíos de estos tiempos, que ha sido referencia en la búsqueda de alternativas a un mundo en crisis, con planteamientos que surgieron de una síntesis de alternativas nacionales y globales: un Estado de derechos y justicia, con un horizonte de sociedad y economía del Buen Vivir que pone por delante el bien común, que promueve un mundo multipolar, solidario y en paz.
Con ese horizonte el país avanzó durante una década, mostrando que el cambio es posible cuando hay proyecto, voluntad política y social para avanzar juntos.
Contamos también con la evidencia de las transformaciones que se basaron en ese histórico consenso, de la posibilidad de cambios radicales cuando hay aspiraciones claras, para avanzar con la fuerza latente de las luchas populares que se han levantado para reivindicar derechos, construir condiciones de vida digna, transformar el país.
Asistimos así a un ejercicio electoral decisivo para el presente y el futuro por todo lo que
está en juego. Nos corresponde no solo votar a conciencia para retomar una senda constitucional y un proceso de cambios, sino también recuperar y ampliar espacios de organización y acción conjunta, promover confluencias por la Paz y por la Vida.
La disyuntiva es clara: se profundiza este orden neoliberal destructivo con la continuidad de un gobierno nefasto, o logramos revertir la situación con un gobierno progresista.
Llamamos a apoyar el binomio de la Revolución Ciudadana, listas 5, Luisa Gonzáles y Diego Borja, y a promover la más amplia unidad del pueblo y de las organizaciones sociales y políticas para recuperar la Patria.
Muy bien
Un análisis real de la situación que vivimos
Es democracia o es tiranía …