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La masacre en un bar de Villahermosa, Tabasco (sureste de México), en donde murieron al menos seis personas, se suma a la ocurrida el pasado 9 de noviembre. Las hoy sedes de crueles crímenes por años fueron ciudades tranquilas e, incluso, en el caso de Querétaro, considerada una ‘ciudad santuario’. ¿Qué fue lo que cambió?
El 24 de noviembre y el 25 de noviembre, Tabasco sufrió dos ataques armados en diferentes partes del estado. Uno de ellos fue durante una boda en el municipio de Jalapa, en la zona centro de la entidad. De acuerdo con medios locales, un comando armado ingresó a la celebración, donde disparó contra los asistentes, lo que dejó el saldo de una persona muerta y dos heridas.
El segundo crimen fue en el centro nocturno Dbar, en Villahermosa, capital de Tabasco. Según el vice fiscal del Estado, Gilberto Melquiades, un grupo armado entró al sitio durante la madrugada del 25 de noviembre en busca de una persona y, al no ubicarla rápidamente, desató una balacera. En el sitio fallecieron seis personas, mientras que 10 más resultaron heridas y fueron trasladadas a los hospitales más cercanos.
Dos semanas antes, el 9 de noviembre, un ataque armado en un bar ubicado en la capital del estado de Querétaro dejó 10 muertos y al menos dos heridos en estado grave.
Ambos crímenes dan cuenta de los altos índices de inseguridad y homicidios que aquejan a México desde hace casi dos décadas, además, ambos han llamado la atención por haber tenido como escenario dos entidades que por años fueron catalogadas como seguras e incluso, en el caso de Querétaro, como un “estado santuario”, es decir, de los pocos en donde, se dice, no opera el narcotráfico.
“Es prácticamente imposible”
En entrevista con Sputnik, el sociólogo y académico de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México, Roberto Álvarez Manzo, señaló que los grupos del crimen organizado operan bajo “una modalidad muy compleja”, por lo que es prácticamente imposible que en el país exista alguna zona libre de sus operaciones.
“Creo que es muy difícil y prácticamente imposible pensar en que exista alguna zona del país que no presente operaciones de la delincuencia organizada, sobre todo a esos niveles [del narcotráfico]”, dijo el analista.
Y es que, abundó, las células criminales tienen una operación extensiva en el país, y a pesar de que existen grupos delictivos muy locales, lo cierto es que los grandes cárteles suelen distribuir sus actividades ilícitas en diversas formas.
“El hecho de que se contenga el nivel de violencia [en algún estado] tiene que ver al tipo de actividad que lleven a cabo en diferentes zonas. No es lo mismo que lleven a cabo actividades de extorsión, por ejemplo, o de secuestro, a actividades de producción de drogas, es variable”, explicó.
“Hay ciudades más tranquilas y con menor incidencia delictiva de ciertos ilícitos y hay otras donde ciertos ilícitos de alto impacto son más comunes, pero en general en México sí es entendible que exista una extensión de las actividades de la delincuencia organizada que pueden estar en diferentes zonas, controlar diferentes territorios, y dependiendo del tipo de actividad ilícita delictiva que lleven a cabo, será que la misma se pueda manifestar con más o con menor violencia”, abundó,
A respecto, el doctor y académico de la UNAM, Ulises Torres Cabrera, ponderó que hechos como los ocurridos en Querétaro y Tabaco indican que hay “un proceso de expansión” de las células del crimen organizado.
“Lo que podemos observar es un proceso de expansión de las diferentes actividades del crimen organizado y el eje fundamental tiene que ver con la disputa de los diferentes territorios”, señaló.
Asimismo, el experto recordó que la violencia criminal en el país no es nueva; sin embargo, desde hace un par de décadas se ha intensificado y predominado, por lo que “ahora podemos estas actividades en lugares en territorios en donde, pues, no tenían esta presencia”.
¿Ha funcionado la estrategia de seguridad?
Ambos expertos señalan que la actual estrategia de seguridad impulsada por los gobiernos morenistas, primero por el expresidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) y ahora con la flamante presidenta, Claudia Sheinbaum, no ha sido suficiente para contener la violencia y que esta no se extienda hacia otros territorios.
“Me pareció muy desafortunado que un tema tan delicado, tan estratégico y tan serio para el país como es el caso de la seguridad fuese resumido en un eslogan más de carácter político con esto de los ‘abrazos, no balazos'”, comentó Álvarez Manzo, quien señaló que aunque es importante tener una estrategia de atención a las causas para evitar que más jóvenes se unan a las filas del narcotráfico, también es imprescindible fortalecer a las estructuras encargadas de la seguridad pública.
Con él coincide Torres Cabrera, quien apuntó que “estamos ante un problema verdaderamente significativo en tanto que el cambio en la estrategia no ha significado poder controlar ni limitar” el crimen organizado.
“Es difícil pensar que este tipo de agrupaciones por voluntad propia decidan autolimitarse y lo que podemos observar es que, por el contrario, existe esta idea de extender su poder para continuar acumulando (…) y destaca, por supuesto, la falta de eficacia de las diferentes estrategias implementadas“, abundó.
Entre enero y octubre de 2024, en México suman 36.119 homicidios dolosos, una cifra superior a los registrados durante todo el 2023, año en el que se contabilizaron 25.286 en los doce meses del año. Con esto, este año será el más mortífero en el país en los últimos nueve años, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Rusia Today 29.11.2024