
El traslado del ataúd desde la Basílica de San Pedro hasta esa iglesia romana inició a las 12:08 hora local, poco después de finalizar la misa exequial, presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, con la participación de más de 250 mil personas, incluidas 180 delegaciones de todo el mundo, que dieron su adiós al Santo Padre.
La procesión fúnebre partió de la Ciudad del Vaticano por la Porta del Perugino, pasó por la Galería Príncipe Amadeo de Saboya-Aosta y continúa su recorrido por la avenida Vittorio Emanuele hasta la Piazza Venezia, dio un giro hacia la Vía de los Foros Imperiales, atravesó un lateral del Coliseo y continuó por las vías Labicana y Merulana.
En el trayecto decenas de más de 150 mil personas despidieron el paso de la caravana, en medio de fuertes medidas de seguridad, hasta su llegada a la Basílica de Santa María la Mayor.
En su testamento, fechado el 29 de junio de 2022, el Sumo Pontífice pidió que sus restos mortales fueran enterrados en esa iglesia, la más grande de las dedicadas en Roma a la Virgen María, porque “siempre he confiado mi vida y mi ministerio sacerdotal y episcopal a la Madre de Nuestro Señor”.
“Deseo que mi último viaje terrenal concluya precisamente en este antiguo santuario mariano donde fui a orar al inicio y al final de cada Viaje Apostólico para confiar con confianza mis intenciones a la Madre Inmaculada y agradecerle su cuidado dócil y maternal”, manifestó.
El Santo Padre, “sintiendo que se acerca el fin de mi vida terrena y con viva esperanza en la vida eterna”, solicitó que su sepulcro “debe estar en la tierra; sencillo, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus”.
En el texto, el Obispo de Roma dedicó unas palabras “a quienes me han amado y seguirán orando por mí”, para que les dé su recompensa el Señor, a quien ofreció “el sufrimiento que se hizo presente en la última parte de mi vida por la paz en el mundo y la fraternidad entre los pueblos”.
El entierro en el nicho de la nave lateral de la basílica liberiana, entre la Capilla Paolina y la Capilla Sforza, inició a las 13:11 hora local, sin acceso público, y fue precedido por el canto de cuatro salmos y acompañado por cinco intercesiones, tras lo cual se entonó el Padrenuestro.
Después de la oración final, sobre el féretro que contiene los restos del Papa Francisco se imprimieron los sellos del camarlengo de la Iglesia católica, cardenal Kevin Farrell, así como el de la Prefectura de la Casa Pontificia, el de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Romano Pontífice y del Capítulo Liberiano.
Luego se colocó el féretro en el sepulcro y se roció con agua bendita mientras se entonó la oración Regina Caeli, tras lo cual el notario del Capítulo Liberiano redactó el acta auténtica que certificó el entierro y la leyó a los presentes.
La muerte del papa Francisco representó un duro golpe para la humanidad, pues su partida física dejó un vacío en momentos complejos para el mundo, aunque también nos lega su obra y su ejemplo inspirador e imperecedero.
mem/ort
Prensa Latina 26.04.2025