La proliferación en todo el mundo de organismos no gubernamentales, fundaciones y asociaciones civiles o académicas formalmente establecidas, irrumpieron en las últimas décadas como un referente obligado para conocer mejor lo que pasa en el planeta o para trabajar en áreas descuidadas por los gobiernos. Son muy conocidas algunas de alcance nacional o internacional.
La mayoría están dedicadas a trabajar, investigar, analizar y difundir los hallazgos en una amplia gama de materias de interés general o específico. A estas alturas, son incuantificables sus aportaciones al conocimiento y entendimiento de nuestra realidad, en política, economía, desarrollo social y muchas áreas más. De tal suerte se les quitó a las instituciones gubernamentales el monopolio de la acción y de la información de la verdad- sobre los asuntos de interés público. Sin duda un suceso de la mayor relevancia para las sociedades de todo el planeta, y sobre todo para las democracias. La ONU ha registrado a por lo menos 1,500 a nivel internacional.
Tan importante acontecer dio pie a que se adoptara un Día Mundial de las ONG -el 27 de febrero—, que nació en la Unión Europea por iniciativa del filántropo Marcis Liors Skadmanis. La conmemoración fue reconocida oficialmente en el IX Foro de ONG del Mar Báltico por el Consejo de los Estados del Mar Báltico, el 17 de abril de 2010. “El evento inaugural del Día Mundial de las ONG fue organizado el 27 de febrero de 2014, en Helsinki, por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Finlandia.
Ahora quienes tienen o tengan interés profesional o simple inquietud ciudadana por conocer los asuntos de gobierno o no gubernamentales disponen de múltiples opciones. Con esta posibilidad a la mano, la ciudadanía tiene a su alcance un empoderamiento como nunca.
Tal proliferación de ONG y AC es resultado de que los gobiernos y sus autoridades, históricamente, en muchos casos no resultan creíbles en cuanto a su desempeño y resultados de sus funciones de gobierno.
Esto debido a su tendencia a manejar los datos a su conveniencia, incluso mintiendo a los gobernados.
Así que, gracias al surgimiento y abundancia de las entidades aludidas, hoy la gente puede estar más empoderada. Sin embargo, por su intenso activismo en ciertas materias, en muchos casos han despertado preguntas s sobre su financiamiento o patrocinio. Numerosos casos han sido polémicos, en México y en el mundo, por lo cual han generado interés ciudadano al respecto.
No sobra mencionar que algunas de tales organizaciones —influyentes, por cierto— han surgido enmascaradas bajo tales denominaciones y supuestamente dedicadas a la defensa de intereses legítimos, cuando en realidad obedecen a causas oscuras.
Al margen de las tendencias, un hecho que sin duda aportaría credibilidad, confianza y retroalimentación, sería que las fundaciones, ONG, y las AC, transparentaran sus fuentes de recursos. Muchas lo hacen, lo cual les aporta credibilidad y mayor colaboración ciudadana.
Al mismo tiempo, sirvan estos párrafos como un exhorto a la ciudadanía para que acuda y atienda gustosa las necesidades de recursos que presentan todas o muchas de tales organizaciones que están abiertas a la auscultación pública o a las auditorías fiscales.
En ciertos contextos – de gobiernos autoritarios y opacos-, sin duda son indispensables las opciones extraoficiales para informarse de los asuntos públicos.
Por lo tanto, merecen consideraciones estimulantes en su calidad de entidades independientes autónomas sin fines de lucro- que trabajan en beneficio de las colectividades en una materia tan delicada como es la generación de datos o de acciones en favor de causas universalmente aceptadas.
Al mismo tiempo, se debe trabajar para que los gobiernos establezcan marcos jurídicos propiciatorios de la participación social, facilitando el surgimiento y operación de las organizaciones aludidas. México y el mundo lo necesitan.