En la jornada de ayer, ninguno cruzó primero la línea de meta, pero fue la lucha silenciosa por la camiseta rosa la que mantuvo en vilo al mundo: Del Toro entró segundo, seguido de cerca por Carapaz, y ambos sellaron con sangre fría y piernas valientes la batalla por el liderato general.
El mexicano, de apenas 21 años, resistió los embates del ecuatoriano con la madurez de un veterano. En cada curva de los Alpes, en cada pedalada sobre el asfalto empinado, defendió el liderato con una mezcla de técnica y corazón.
Carapaz, campeón del Giro en 2019 y dueño de una garra que no conoce rendición, se le pegó a rueda como una sombra incómoda, recortando tiempo y preparando el asalto final.
La etapa 20, penúltima de esta 108 edición, promete ser una ópera trágica o gloriosa. El pelotón partirá desde Verrès y recorrerá 205 kilómetros hasta llegar a Sestriere, cruzando un rosario de dificultades: el Corio, el Colle del Lys, el imponente Colle delle Finestre y la subida final al Sestriere.
Es en el Finestre donde puede sellarse la leyenda. Un puerto que ha decidido Giros, donde la fatiga no perdona y la técnica cuenta tanto como el coraje. Un escenario que evoca epopeyas pasadas, y que hoy podría consagrar a un nuevo ídolo para América Latina.
Del Toro sueña con convertirse en el primer mexicano en ganar una gran vuelta. Carapaz quiere volver a tocar la cima y demostrar que su reinado no ha terminado. La diferencia entre ambos es mínima, el corazón es el mismo.
Este sábado la montaña será testigo. El Giro queda visto para sentencia, y los dioses del ciclismo ya afilan sus laureles para el elegido.
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Prensa Latina 31.05.2025
