«¡No importa lo que hagas en la vida, hazlo de todo corazón!” (Confucio)
LA LLAMADA.
Imagina sólo por un momento que alguien desea despedirse de quien ha representado algo importante en su vida porque ésta esta próxima a acabarse … ¿qué crees que haría?
Olvídate de que le mencionara que la ha incluido en un testamento o señalarla en un legado y piensa un momento en algo más personal.
¿Lo haría antes o después de partir?; es decir, ¿escribiría una carta?, ¿dejaría un mensaje de texto?, ¿grabaría un audio o mejor un video?, ¿se tomaría una foto o le compartiría alguna en que estuvieran juntos?, ¿sería tan especial esa persona que sólo buscaría que le entregaran algo como mera referencia de lo que significo en su vida? … o simplemente … ¿esperaría a que cuando se enterara el primer recuerdo que tuviera fuera en sí su mensaje?
¿En qué detalle crees que pensaría para quien ha alimentado su existencia con alegría, esperanza o una razón, emoción o sentimiento que la ha hecho invaluable?
Realmente no lo sé, esto que podría considerarse como casuístico y prácticamente imposible de que suceda … ¡hoy me ha sucedido!
Un amigo me ha llamado para despedirse y la verdad … ¡no he sabido cómo actuar!
¿Qué puedo decirle que en forma alguna aminore su dolor, le transmita alegría, sienta mi solidaridad o simplemente, sepa del valor que para mí representa?
Al escuchar su voz por teléfono y sonreír con su saludo, me vinieron a la mente momentos tan agradables que las bromas se hicieron presentes, entre risas y ocurrencias continuamos hasta que llego el momento en que cambió su tono y me pidió mi atención y silencio para darme su mensaje: “mi salud ha mermado, la enfermedad ha avanzado y previo a que no pueda darme un tiempo para ti estando en mis cabales, te bendigo y agradezco por tantas oportunidades que hemos compartido y lo que me has enseñado”.
Mi cordura se tornó en angustia y rápidamente le dije “¿qué pasa? … ¿por qué no me habías dicho? A lo que respondió: “somos amigos y nos procuramos lo mejor y tu compañía es mi regalo, tú no puedes cambiar mi salud, pero hasta ahora has alimentado mi alma”.
¿Qué podría hacer ante ello? … ¿qué harías tú?
¡UPSSS!
Una vez que colgué el teléfono, me recliné en el sillón y múltiples recuerdos vinieron a mi mente; desde el día que nos conocimos hasta tantos detalles anecdóticos de los que fuimos partícipes; la memoria puso más énfasis en las aventuras que en las situaciones difíciles o hasta cierto punto intrascendentes.
El humectar en los ojos me llevó a sentirme por demás vulnerable y no entendí con acierto si era por lo acontecido o por observar el final de quien fuera objeto de mi afecto de una forma tan abrupta y por demás inesperada.
Aún seguía absorto, han transcendido a mi lado personas a las que he amado y también he perdido a gente muy valiosa a mi alrededor; sin embargo, la forma en que se presentó esto obnubilo mi razón y estremeció mi corazón.
La nostalgia se apoderó de mí y con ella, llegaron a mi mente diversos pensamientos, no sólo de quien me habló sino de todos aquellos seres con los que quise pasar unos minutos para decir adiós y por múltiples causas, no me fue posible. Desde aquel coequipero de fútbol con el que compartí tacleadas y cubrió mis espaldas hasta el compañero de clases con el que hacíamos tareas; en ambos casos, únicamente fue llegar al día siguiente y saber que un accidente había cortado intempestivamente su futuro.
No hay palabras suficientes que expresar a los familiares en sus duelos, ni mucho menos a aquellos que por más cercanos que sean a nosotros, se mantienen lejos, en su caparazón rodeados de sentimientos encontrados.
Alguien me comento alguna vez que “no hay mayor sensación de vacío que cuando quien es tu sol, se desvanece de tu universo; la transición de su luz presencial a sólo esencia cuesta entenderla y más aún, aprender a vivir de esa manera”.
Si bien hay caricias que alimentan el espíritu, no siempre hay tiempo para expresarlas. ¡Qué más quisiéramos que estar en el lugar y momento adecuado para ellas!; sin embargo, las ocupaciones o el mismo destino, nos llevan a otros lugares o nos distraen de lo verdaderamente importante … ¡procurar a quienes abrigan con calidez nuestra alma!
La gente de media edad, también llamados cincuentones, usualmente señalan que ya han visto más de la mitad de su vida y con mucha razón, toda vez que hablan de los años que les quedan en plenitud física y mental, agradeciendo por lo pasado, disfrutando del presente y deseando que el futuro sea generoso en su trato, pues nadie quiere vivir con enfermedades o limitaciones.
Y si nos damos cuenta, hay etapas en la vida en que las partidas sólo las vemos a la distancia, salvo que sean muy próximas las pérdidas, y conforme pasa nuestro tiempo en la tierra, esto es más frecuente, nuestro círculo cercano y contemporáneo resulta ser el afectado y las deserciones a la Tierra se empiezan a incrementar.
Si bien la muerte es algo cierto en lo incierto de nuestra vida, sabemos que un día llegará y lo que llevemos en el alma será nuestro equipaje al trascender.
En fin, no es algo a lo que nos acostumbremos, pero si hay que tomarlo en cuenta y aprender a vivir con ello.
Meditabundo me he percatado de algo … no cabe duda … ¡realmente no soy tan fuerte como yo pensaba o creía!
TIEMPO DAME TIEMPO.
Ante la inminente partida anunciada por mi amigo y tomando como base sus palabras, sin duda que hoy pondré atención en él y de manera enfática compartiré momentos de la manera más eficaz y eficiente que pueda. No habrá lugar para reproches ni mucho menos para promesas fatuas; únicamente se tratará del encuentro de dos amigos que como siempre, serán positivos, transparentes y auténticos. El tema de la charla será lo de menos, las palabras vendrán solas ante la espontaneidad que siempre ha imperado.
Como siempre, saber cuánto durará no está en mi mente, sólo sé que será un momento que valdrá la pena.
Y ante ello y tras reconocer la valía de las personas y con generosidad y gracia han aportado a mi vida, me comprometo que ante lo vacilante que se puede mostrar el futuro, mantener una conducta que maximice todas las oportunidades que tenga de estar con la gente que me importa.
Seguro estoy que el afecto está más allá de los obsequios o las palabras bonitas o convenientes; razón por la cual, es mi intención conservar mi forma de ser con las que he logrado ser compatible con la gente que me acepta y seguir degustando de lo que éstas me aportan, quizás ahora con la firme intención de no reservarme nada y generar más instantes únicos y memorables.
Quizás parezca una locura y no sé si me alcance la intención, pero realmente deseo tener la oportunidad de reencontrarme con quienes ya no frecuento, fomentar reunirme más con los que acostumbro y desear tener la fortuna de estar ahí para los que volteen sus ojos a mí por necesidad, ya sea por alguna carencia, un consejo o sólo una palabra de aliento.
Con frecuencia escucho que las redes sociales llegaron para distraer al mundo de lo verdaderamente importante y por algo lo dirán; sin embargo, también he escuchado que muchos dicen que éstas son un medio y como tal, tienen el significado que queramos darles, en el entendido que el fin lo estableceremos nosotros.
En ese entendido, sé que a veces las distancias generan dificultades para un abrazo o una caricia, pero nunca limitan las palabras y menos ahora las sonrisas a través de una pantalla; por esta razón … ¡invirtamos nuestros gestos, miradas, expresiones y frases con quienes con alegría las reciban!
Si hablamos de distancia, recordemos que está no siempre atiende a los metros que nos separan sino a la intención de estar cerca, la proximidad atiende a la voluntad de estar y compartir, no a la mera circunstancia física. ¡Cuántas veces hemos escuchado que parejas que comparten un lecho se hayan a años luz de distancia!
Hoy una llamada me ha dado la oportunidad de reflexionar en mi actuar con esas personas que para mí representan algo importante y con estas líneas, intento compartir mi razón y sentimiento al respecto con la gente que me lee; no sé si lo haga con claridad, pero si deseo mostrar con vehemencia que es en vida y con el compromiso de hacerlo en el presente que, para hacer sentir a una persona especial, debemos de ser especiales con ella.
Si el tiempo no vuelve, tampoco los afectos y las expresiones que reprimimos; si hay una nueva oportunidad, daremos otros, pero los que contuvimos, seguramente se habrán transformado de alguna otra manera.
En este contexto, de corazón te digo que no cometas el error de obviar lo que sientes, demuéstralo … ¡tanto tú como esa persona lo valen!
Si esta vida es única e irrepetible … ¡SÉ LA PERSONA QUE CORRESPONDA A QUIENES TE AMAN Y TE APRECIAN!
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Posdata: Agradezco a la Universidad Intercontinental por su inmerecida distinción.
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