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Las posibles curas de la globalización

 

Por Matteo Castagna

“La historia nos ha vuelto muy complejos, pero es precisamente la historia la que nos da esperanza.

En definitiva, podemos ver que nuestra decadencia comenzó hace un milenio y medio, con la caída del Imperio Romano Occidental.

Si queremos, todavía podemos recuperarnos.

Y podemos hacerlo, sobre todo a partir de condiciones de compromiso que se pueden resumir en dos palabras, pero esenciales: verdad y seriedad”.

Así se expresa el Prof. Giulio Tremonti en su “Globalización. Las heridas y la posible cura” (Ed. Solferino, Milán 2022) que ve dos soluciones a las crisis contemporáneas:

“desarrollar una cura que detenga el dominio absoluto del mercado y recuperar los recursos y valores básicos de nuestra comunidad”.

El docente, que es un exministro de Economía, concluye sosteniendo que “el pensamiento y las políticas dominantes se están desarrollando en dirección opuesta” a sus ideas en el ámbito financiero y político.

Por su parte, la escritora franco-belga Marguerite Yourcenar, en “Memorias de Adriano” (1953), escribió, quizás con menos resignación, que “las catástrofes y las ruinas sobrevivirán, el caos triunfará, pero de vez en cuando también llegará el orden” y el Prof. Tremonti la recuerda, como queriendo tomarla como ejemplo.

La fórmula en la que se basó todavía, en 2011, una reforma que se estaba debatiendo en el Parlamento y que no tuvo resultado fue la de la emisión de bonos públicos a muy largo plazo, con rendimientos modestos, pero seguros y fijos, garantizados por los activos subyacentes de República (para la cual se puede y debe introducir un régimen especial, incluido el urbanismo), títulos respaldados por este dictado: “Exentos de cualquier impuesto, presente o futuro”.

Tremonti añade evidentemente que se trata de “la alternativa al impuesto sobre el patrimonio, a la Troika, a las pérdidas de capital”.

En el libro, el profesor Tremonti también habla de la posibilidad de acuñar dinero nuevo y se pregunta cuántos italianos lo reconocerían y quién podría firmar los billetes.

Para el profesor Tremonti, la teoría de la “deuda buena”, presentada por Mario Draghi en el Financial Times del 25/03/2020, debe ser rechazada. “En cualquier caso, es fundamental que todos juntos– comenta Tremonti– tengamos ahora más que nunca una proyección patriótica, comunitaria y social”, que vaya hacia la reducción de la deuda pública, en favor de los servicios y el bienestar.

La primera ley Tremonti de 1994 eximía a quienes invertían y a quienes contrataban.

En parte, el gobierno actual ha retomado este principio, a pesar de no tener recursos para reforzarlo, ni tampoco para apoyar las repatriaciones industriales al extranjero.

Otra propuesta, formulada en “Le Monde” el 9/12/2001 por el Prof. Tremonti, consistía en animar a las empresas comerciales a concertar un acuerdo con una red de voluntariado o de solidaridad activa en África, obteniendo a cambio la exención de una parte de su IVA sobre las compras en la Unión Europea.

Italia lanzó la idea, pero fue inmediatamente rechazada por la UE.

Hoy más que nunca sería útil, quizás también en términos de migración.

En el plano católico, Vittorio Messori, en su texto “Pensare la storia” (Ed. Paoline, Milán 1982) dedica un capítulo al “Syllabus”, colocado por el Papa Pío IX como apéndice de la encíclica “Quanta Cura” de 1984, pero lo suficientemente preciso como para estar siempre actualizado.

Se trata de la “lista de los principales errores de nuestra época”, que avergüenza a muchos autoproclamados creyentes, o suscita horror y sarcasmo entre los laicos, que la señalan como un ejemplo de la “ceguera oscurantista”  de la Iglesia.

Pero –como observa agudamente Messori– en el cuarto párrafo, el Syllabus condena: Socialismus, Communismus, Societates Secretae, Societates Biblicae, Societates Clerico-Liberales.

El socialismo y el comunismo son definidos solemnemente por el Santo Padre Pío IX como “plagas de la humanidad”.

Messori luego cuenta un episodio que le sucedió en un reportaje televisivo sobre los sandinistas, los marxistas nicaragüensesd errotados por el “pueblo”.

Observe a los frailes y monjas cantando la Internacional y saludándose con el puño cerrado.

Quizás pocos sepan que ese gesto era el símbolo de Prometeo, muy conocido en la cultura clásica, ya que significaba que el hombre se rebelaba contra los dioses.

La civilización grecorromana miró aquel signo con horror, como si se tratara de una blasfemia.

El puño levantado en alto para desafiar a Dios era contrastado por los religiosos con un puño cerrado apuntando hacia abajo, amenazando al Inframundo.

Un signo distintivo del cristiano era también levantar las manos abiertas hacia arriba, disponibles para acoger el Espíritu y la voluntad divina, como ya se puede ver en muchos frescos de las catacumbas.

Tan diferentes y heterogéneos como son el Prof. Tremonti y el Dr. Los Messori tienen algo en común, para este escritor: una atención particular al bien común.

Es evidente que no siempre podemos estar de acuerdo con sus afirmaciones, pero me parecería acertado reconocer cierta honestidad intelectual en ambos.

Probablemente estarían de acuerdo en el concepto de “Tolerancia”, propuesto por Santo Tomás de Aquino: “Se fundamenta en el bien común de la sociedad. Uno se abstiene de oponerse a una ley injusta porque se espera que dañe el bien común más severamente que la tolerancia de una ley injusta.

En resumen, se tolera, sólo para evitar que la situación empeore; como cuando tienes dolor de muelas, pero hay infección, te obligan a tolerar el diente enfermo hasta que la infección haya sido erradicada con antibióticos, y sólo entonces se puede extraer el diente cariado”.

(Síntesis de Filosofía de la Política, página 84, Ed. Effedieffe, 2018).

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