“La confianza en uno mismo es el primer secreto del éxito, es la creencia de que si estás aquí es porque las autoridades del universo así lo quisieron, y se debe a alguna cosa o a tarea que hay que realizar; mientras trabajes en ello estarás bien y tendrás éxito.” (Emerson, Ralph Waldo) – El Péndulo
EL PASADO.
Cuando era pequeño me encantaba pasar el rato con mi mamá, hermanas y, conforme se diera la oportunidad, con las mujeres de mi familia. Si bien eran charlas agradables y sumamente entretenidas y enriquecedoras, me percataba que, en su mayoría, tenían un gran potencial y éste no era del todo desarrollado, ya fuera por decisión propia o por las circunstancias sociales que imperaban en ese momento.
Quizás por la edad o por la inocencia, era común que entre mis compañeros platicáramos del rol de la mujer tan arraigado a la casa, al cuidado de los hijos y al apoyo de la pareja; en el entendido que difícilmente hablábamos de ellas en sus posibles trabajos o bien, en roles distintos.
Conforme fui creciendo, mis compañeros de los grados superiores de la escuela primaria o bien, de la educación media, comentábamos de temas más profundos; entre ellos, surgieron las palabras “divorcio”, “separación”, “independencia”, “autonomía”, “trabajo” y “demandas”. Incluso, esto ya era tan común, que bastaba encender el televisor para percatarnos de ello.
Era tal el contenido en los medios de comunicación, que pronto esto se volvió normalidad, muy probablemente apoyados por el ritmo acelerado que ha presentado la sociedad desde mediados del siglo pasado.
Sin duda que cada tema ameritaba largo tiempo para comentar, analizar, discutir y, desafortunadamente, lágrimas dependiendo de quien y como lo habían vivido; era curioso, pero con estos temas se rompieron tabúes tales como: “se casaron y vivieron felices por siempre”, “la fidelidad”, “a la mujer, ni con el pétalo de una rosa” y “la familia perfecta”, entre otros.
Los temas que antes eran la excepción ahora fueron regla; es decir, se volvieron tan comunes que con el tiempo fuimos testigos de que muchos conceptos se invirtieron, lo que alguna vez fue “normal” ahora ya era “anormal”.
Las corrientes que hablaban de “machismo”, pasaron a ser “liberación femenina” hasta llegar a “feminismo”.
Que quede claro que no se trata de criticar u opinar, únicamente es señalar “lo que hay” y sin duda, nos ha tocado vivir un parteaguas, algo que para las generaciones actuales pudiera ser menor o natural. No cabe duda de que lo que vivimos, nadie lo volverá a vivir.
En tu caso … ¿te ha tocado ser testigo consciente o actor de estos cambios?
HABLANDO DE CAMBALACHE.
A partir de mi adolescencia, escuchar a las distintas protagonistas del cambio se convirtió en conocimiento, experiencia y desde luego, alimento para mi alma; sin duda que la madurez se consolidó cuando entendí la importancia de “estar a lado”. Para mayor claridad, es conveniente abundar en que no se trata del sexo para justificar un trato excluyente para ocupar los diversos roles sociales; detenernos a minimizar la capacidad en aras de una situación accidental en donde nada tiene que ver el carácter, compromiso, talento y desempeño, sin duda que es sólo mostrar la limitación de quien lo hace.
El sexo es una circunstancia que se presenta de manera natural y no es una cuestión de voluntad o capacidad de la persona, nacemos con él y hasta ahora no hay elementos en la ciencia que determinen que nuestra decisión está involucrada en ello, razón por la cual, no es cuestión de mérito o talento existir de esta manera; no obstante, sin duda alguna si lo es la dignidad y calidad con que vivamos a partir de él.
Atendiendo a ello, no puedo entender los factores que dieron origen a tal trato desigual; sin embargo, aplaudo con todas las ganas que sea equitativo, en el entendido que los extremos no son adecuados, ni debiera haber intención en provocar víctimas y tiranos.
Desde luego, este logro no ha sido gratuito; es mérito, compromiso y convicción tanto de hombres como de mujeres, en mayor o menor medida. Entender que se trata de una labor conjunta y buscando el progreso social es un elemento de sensatez en las personas como las comunidades.
Es probable que no todos hayamos sido educados para ello; no obstante, es nuestro compromiso prepararnos con la convicción de que es indispensable para vivir en armonía y el ímpetu para crear mejores condiciones para los que están y los que vienen.
¿Crees que esto es un sueño?
LA ELECCIÓN.
En fin, es grato saber del avance de las mujeres como ciudadanas, profesionales, ejecutivas, empresarias, deportistas, representantes populares, autoridad, entre otras, y de que cada vez tienen el trato que merecen.
He aprendido mucho de grandes mujeres que han sido mis maestras, superiores, líderes o bien, que desempeñan cualquiera de sus roles de manera admirable.
En este contexto, recuerdo la enseñanza de Confucio referente a “elige un trabajo que ames y no tendrás que trabajar un solo día de tu vida” y ser testigo de que muchas mujeres aman lo que hacen sin duda que es un gran logro y se vuelven en referentes para todos.
En fin, no bastan las palabras para agradecer los años que he sido inspirado por grandes seres humanos que, con sus enseñanzas, consejos o forma de ser, han contribuido a desarrollar mis potencialidades. Es motivo de orgullo que me hayan compartido su luz y con ello, en múltiples ocasiones hayan opacado la oscuridad de mi ignorancia.
Actualmente, disfruto de sobremanera reunirme con amigas y compañeras con las que he estudiado o colaborado en diversas etapas de mi vida y enterarme que ellas han logrado realizar sus sueños a pesar de todo, con apoyo y con obstáculos de sus compañeros y, lastimosamente, de sus propias compañeras. En ese sentido, es común escuchar que ellas con frecuencia comentan que las piedras más difíciles de superar fueron puestas por mujeres; de hecho, es constante escuchar la expresión de que “entre mujeres, no hay la solidaridad deseada”.
A manera de ejercicio con amigos, cuando nos reunimos platicamos de quienes nos prestan servicios y con satisfacción vemos que cada vez se amplía más la participación de las mujeres, basta citar a las maestras, mentoras, magistradas, psicólogas, cirujanas, doctoras, dentistas, ejecutivas bancarias y demás profesiones con las que día a día interactuamos.
Sin duda que, para todas las personas y profesionales, el común denominador es el respeto y mantenerlo así, nos abre una amplía gama de posibilidades de participar activamente en nuestra sociedad; desde luego que ir en contra con posturas machistas, misóginas o contrarias a las buenas costumbres a lo que único que llevan es a limitarnos a nosotros mismos, reducirnos al mínimo cuando debiéramos ser nuestro máximo.
Espero realmente que algún día pueda ver en el futuro, una comunidad libre de prejuicios … ¿tú ya lo ves?
¡VIVE BONITO!
La armonía que he encontrado al tratar a las demás personas como me gusta que me traten realmente me agrada; desde luego que no es mi pretensión imponer esta forma de vida, pero sin duda, es un anhelo que me encantaría ver realizado.
Sé que hay espacios en donde las personas observan esta actitud con la mayor convicción y aplaudo el cambio que se ha dado; honestamente, no entiendo la razón para que haya diferencias siendo que en principio todos somos iguales.
De hecho, creo que romper esa equidad a lo único que nos lleva es a crear mayores retrocesos como sociedad; ni hablar de las afectaciones reales en el trato para las personas. Nadie merece ser discriminado y nadie tiene el poder para hacerlo.
Mención aparte hago del continuo uso que los medios de comunicación han dado a las personas al cosificarlos por cualquier característica o circunstancia; puedo entender que haya una necesidad de lucrar u obtener beneficios; sin embargo, hasta que punto es legítima tal situación y que tanto es ambición.
He escuchado quejas frecuentes del uso que le dan a los cuerpos o conductas tanto de mujeres como de hombres y pareciera que los únicos responsables de ello son quienes así los señalan o los manejan, siendo que en múltiples ocasiones también hay una participación de quienes han sido convertidos en objeto.
Añorar que todas las familias entiendan el valor de los valores, los principios y la ética es un buen propósito que no depende de nosotros, hacerlo en nuestras casas, con nuestro círculo de influencia y atendiendo a nuestro ejemplo eso sí es nuestra responsabilidad.
Quizás esto parezca un mundo irreal o bien una falacia; no obstante, estoy convencido de que cuando todos entendamos estaremos en el camino correcto para crear un auténtico paraíso terrenal.
Al final de cuentas, sólo tenemos una vida … ¡ES TIEMPO DE SENTIRNOS DIGNOS Y ORGULLOS DE LA FORMA EN QUE VIVIMOS!
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Posdata: Un honor participar en este gran evento de la Comisión Nacional e Internacional de Equidad y Género.
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