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Trump, la crisis del sistema atlántico globalista y las oportunidades geopolíticas

Por Diego Pappalardo

A continuación, reproducimos nuestros puntos de vista que fueron emitidos en el programa radial Voces del Periodista el día 26 de enero de 2024:

Toda la organización mediática vinculada a la élite atlántico globalista trabaja en forma coordinada.

Y, en este caso puntual, evitando que el gran público conozca la caoticidad creciente dentro de los EE UU., la complicación que tiene el sistema-país de los EE.UU. y, sobre todo, lo más importante, la guerra que subiste, en la verticalidad del poder de los Estados Unidos, es la que va a impulsar  lo que se llama la guerra civil del tercer milenio.

Esa guerra civil va a tener impactos fuertes, no solamente dentro de los EE.UU., sino también en el  resto del mundo y que está conectada también con algo que ya hemos hablado aquí: el triunfo del policentrismo como sistema de poder en lo que quede del Siglo XXI.

Hay una concurrencia de causales como también de ejecutantes dentro de lo que Usted muy bien definió [Maestra Celeste] “contexto previo a una guerra civil”,  y se busca, dentro de esa combinación de causas, instrumentos, ejecutantes y finalidades, evitar una reacción, a la que podríamos llamar contrasistémica, que sea una forma radical y que regrese a los EE.UU. al tiempo previo de la dominación de las altas finanzas.

Porque tenemos que traer a la mesa de conversación la época en la que los EE UU. No estaban dominados por las altas finanzas mundiales o, si se desea, aquellos bancos que comienzan a surgir y se acrecientan con el desarrollo del capitalismo y los nuevos ricos del Siglo XX.

Sin embargo, hay una pelea que es lógica, más que pelea, una guerra, que es lógica, en muchos aspectos, entre las élites que hoy componen el establishment o el complejo de poder estadounidense.

Tienen dos tipos de visiones y confrontativas, tienen dos finalidades distintas que no solamente son discrepantes, sino que son hostiles entre sí.

No pueden hermanarse, no pueden ser una sola unidad; una facción o un campo de esa élite tiene que expulsar del control de los EE.UU. al otro campo porque sino lo hace este campo será excluido de los procesos estadounidenses y globales de los siglos XXI y XXII.

Es una guerra entre las élites por la supervivencia de ellas y por el acrecentamiento de sus posiciones. Asimismo, dentro del pueblo, dentro de la sociedad de los EE.UU., también hay dos campos. El campo que desea que exista un desarrollo interno de los EE.UU. que beneficie a las clases medias y bajas, que permita una reindustrialización, que no mande a sus hijos a las guerras de los globalistas, en los espacios internacionales; y también este campo desea que los EE.UU. continúen con lo que ellos llaman su “mandato antiguo y tradicional’, su fundamento genésico.

Y el otro campo, ya dentro de la sociedad y de las ideologías, en las que  también participan los medios de comunicación, sobre todo, los más grandes, es el que desea cambiar toda la conciencia de los EE UU., toda esa realidad  tradicional de los EE.UU. y ensamblar a la nueva población de los EE.UU. dentro del continente, dentro del componente del globalismo o del unimundialismo.

Por eso, que está pugna, está guerra que se da en el vértice del poder estadounidense y en las plazas públicas de la sociedad estadounidense es un proceso inevitable que los EE.UU. van a afrontar porque se hizo de tal modo el desarrollo de los EE UU., en los últimos 50 años,  es imposible de eludir.

Y, aquí, es donde -y ya lo hemos comentado- el bando perdedor va a abandonar los EE.UU…o, por lo menos, una parte principal.

Y va a buscar refugio en los otros países, quizá México, dónde puedan tener ellos un espacio físico con el objeto de no ser excluidos de la existencia de este siglo XXI…y del XXII.

Porque las formaciones de poder más grandes, las más importantes, están pensando también en el Siglo XXII.

Los grupos intermedios y bajos de las élites están pensando en lo inmediato y lo mediato del Siglo XXI.

Entonces, esto es inevitable.

Y, aquí, es donde Trump está. Por eso, es que Trump subsiste y es protagonista. Porque la plaza pública lo pide y porque la verticalidad del poder de EE.UU.  lo pide…y porque los espacios globales también lo piden.

Y es, por eso, es que sigue controlando el partido republicano. Por eso, el actual inquilino de la Casa Blanca no puede excluirle ni ganarle la competencia comicial de  noviembre a Trump.

Y, más allá de Trump, estamos hablando de dos tipos de visiones, dos tipos de modelos de gestión de los EE.UU.

Dos tipos de civilización que la  población estadounidense, junto a su élite, tiene que decidir.

Y esta guerra civil es la más importante de los EE.UU.

Es la que va a determinar su existencia o su exclusión del devenir del Siglo XXI.

No estoy diciendo su centralidad en los espacios globales, sino su existencia.

Porque una parte, y esta dinámica la vamos a empezar a ver después del 2025, de uno de los campos actuantes se va a segregar dentro de los EE UU.

Los campos ya están definidos, están delimitados.

No va a haber conciliación.

Y ahí es donde EE.UU. se transforma en exgendarme del mundo y EE.UU. deja de marcar las pautas de los procesos del sistema global del Siglo XXI.

El sistema de gestión atlántico globalista está totalmente en crisis interna porque ha perdido su punto de equilibrio. Ya está.

Estamos hablando de los EE.UU., …pero también Inglaterra está sufriendo lo mismo, nada más que en menor magnitud y en menor velocidad respecto de los EE UU.

Sin embargo, les vamos informar, y van a empezar a temblar los ingleses orgullos de su neocolonialismo, que, después del 2026,  ellos van empezar a tener una aguda crisis interna en forma completa porque también van a tener su propia “guerra civil” interna. Tiene que ver con la verticalidad del poder, tiene que ver con la horizontalidad de las plazas públicas y tiene que ver con un tipo de gestión que han intentado imponer, tanto a Inglaterra como al mundo, y que ya no funciona más.

Que la realidad física del mundo les dice “hasta aquí llegamos, 2010-2020”, y, a partir de aquí, se abren otros capítulos en el devenir de la humanidad. Y esta criticidad, y esta “guerracivilista” -si me permiten la expresión-, que va a vivenciar también a Inglaterra afectará también a su geoestrategia y su geopolítica global.

Y, en este punto, es donde los estados, los países y los espacios que estaban o están subordinados a ese neocolonialismo de, por ejemplo, la City de Londres, van a tener una oportunidad única  de sacarse ese yugo y de empezar a tener su propio curso patriótico, genuino y autónomo.

 

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