Por Matteo Castagna
Francesco Sisci, analista geopolítico que trabajó en China durante 30 años, colaborador de Settimana News y director del Instituto Appia, respondió algunas preguntas que muchos se han hecho tras la ruptura mundial entre Estados Unidos y Ucrania.
Es decir: ¿Cuáles son las verdaderas razones de la dramática discusión entre Trump y Zelensky? ¿Cuales serán las consecuencias? ¿Qué papel podría desempeñar China ahora?
Michele Arnese, redactor jefe de Start Magazine, acoge en su medio online el discurso de Sisci, que se puede resumir así:
“Una reunión mal preparada y desastrosa. Ahora las relaciones entre Estados Unidos y Ucrania están desgastadas, las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea están en problemas y el fin de la guerra no está realmente cerca. Mientras tanto, Xi Jinping se reunió con Shoigu: ‘Las relaciones entre China y Rusia son muy sólidas'”.
“Creo que Trump quiere la paz para sacar a Putin del túnel de la destrucción de la guerra y la subyugación a los chinos”, dice el Dr. Sisci. Pero Putin sólo puede aceptar una paz “a medida”. A Trump le gustaría dárselo, pero no será fácil, porque lo que está en juego cambia día a día y los chinos, invitados de piedra en el asunto, no quieren ser sacrificados.
Según Francesco Sisci, “Zelensky temía convertirse en el cordero sacrificial del acuerdo. En Ucrania hay gente que no confía en absoluto en los rusos y quiere la victoria. Los ucranianos están ahora armados y apoyados por una parte de Europa, no es fácil detenerlos apagando el interruptor.
Al mismo tiempo, los rusos y los chinos no confían en Estados Unidos, que hoy dice una cosa y mañana hace otra. La UE no sabe cómo reconectarse con EE.UU. Hay un punto muerto total. Trump tiene razón en querer romper el estancamiento, pero se necesita mucho más trabajo y tal vez un replanteamiento general de la estrategia para avanzar”.
“Para poner fin a la guerra en Ucrania, quizá deberíamos empezar por China, en el marco de una estrategia que hoy no existe”, afirma Sisci.
“Sin el apoyo chino, Rusia probablemente ya habría fracasado durante la guerra en Ucrania; Sin China, Irán se asfixiaría en la región y sus milicias morirían de hambre. De manera más general, China representa un desafío estratégico, económico, militar, político y cultural como quizá Occidente nunca haya afrontado desde el descubrimiento de América, hace cinco siglos”, sostiene Sisci en Formiche.net.
“Los países europeos, individualmente o como Unión, pueden intentar desarrollar su propia política asiática, dado que éste es el centro político del mundo. Pero Europa ha estado ausente de Asia durante décadas. Tiene una historia en la región de la que todavía tiene que liberarse y afrontar”, continúa el profesor Sisci.
“No tiene energía intelectual, política ni económica para tener un impacto a corto plazo con su propia política independiente en Asia. Además, su política independiente podría dañar las ya delicadas relaciones con Estados Unidos y conducir a poco o nada en la región. El objetivo real podría ser, en cambio, estar cerca de Estados Unidos y apoyarlo en el desarrollo de una nueva política en Asia.
Esto podría mejorar la posición política de Europa tanto en Asia como ante los Estados Unidos. Sin embargo, para que esto tenga un impacto más real, tendría que hacerse como una UE, una entidad con suficiente seriedad para tener peso en una región donde viven más de cuatro mil millones de personas. Una política asiática para Europa también podría ayudar a las decisiones de la UE en su propio patio trasero: hacia Rusia, Oriente Medio y el Mediterráneo.
Los dirigentes europeos pueden tener hoy dudas sobre Trump y sus políticas, pero precisamente por eso, con mayor razón, Europa debe estar pegada a la América de Trump para estar a su lado en caso de éxito o apoyarla y ayudarla en caso de derrota. Esta parece ser la dirección adoptada por los dirigentes de los grandes países europeos: Francia, Reino Unido y Alemania. “Esforzarnos por enfrentar a Estados Unidos en las buenas y en las malas”.
El analista católico italiano cree que “el apoyo de la UE a Estados Unidos en India o China podría contribuir en gran medida a promover una agenda asiática positiva que también podría tener un impacto en Europa”. Si Europa no actúa, Estados Unidos puede sufrir algunos golpes, pero los países europeos pueden sufrir mucho más.
En Italia, Giorgia Meloni comprendió, quizás antes que otros, la necesidad de esta estrecha relación con Estados Unidos. En esta cuestión, sin embargo, la oposición en Italia parece muy confusa, ideológica, intolerante y carente de ideas.
Las antipatías y la desconfianza hacia Trump parecen prevalecer sobre las orientaciones políticas a largo plazo entre Italia y Estados Unidos.
Tal vez un paso fundamental para los partidos de oposición en Italia sería buscar una relación con la nueva administración estadounidense, tan estrecha como la del gobierno.
Esto podría tener otro impacto en muchas políticas internas de Italia, pero la impresión es que en la izquierda no hay política sino polémicas y mucha demagogia inconcluyente. Ante cambios trascendentales, que exigirían visión política y estrategia, los demócratas están pensando en quitarle a Mussolini la ciudadanía honoraria de Saló…